Lleva un par de meses abierta al lado de casa una peluquería
con un nombre bastante explicito, “peluquería anticrisis” con un cartelón en la
puerta anunciando los precios, que son realmente baratos, nada mas darme cuenta
de su existencia me planteé probar pero uff dejar tu imagen en manos de
cualquiera es de ser muy valiente pero mmmmm con esos precios.
La puerta es un tanto cutre y me da no sé qué entrar, así
que me lo pienso durante semanas, voy, no voy, voy, no voy, voy, no voy, hasta que ayer me decidí y le mandé un whatsapp,
madredelamorhermosoperosiconunosmueblesdeikeatendríamejorpinta, pero si ha decorado
(por llamarlo de alguna manera) la pelu con cuatro muebles viejos y nada mas, por
no poner ni ha puesto nada en las paredes, es mas, ni ha tapado los agujeros del
último inquilino.
Me ha faltado un pelo para salir por patas pero me ha dado
vergüenza y he pensado que todo tiene arreglo menos la muerte y oyes, que por
cinco euros me ha dejado de puta madre, ha conseguido una clienta mas.
Que digo yo que me tendré que revisar los prejuicios.
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