Me resistí a tener móvil durante años, hasta que un día mi
mujer me echó uno al bolsillo y me dijo que como se me ocurriera separarme de él
me iba a enterar y como soy muy obediente (miedosa) no me he separado de él
pero como no le hago caso, o lo llevo sin batería, o en silencio o … pero yo lo
llevo. Ah no, que ahora no le quito las zarpas de encima, desde que tengo Internet
no lo dejo tranquilo, estoy pendiente de la cobertura, de la carga de la batería…
estoy obsesioná, hasta el punto de que hasta pido hora en la peluquería con un “guasa”
Este no es el camino.
Este no es el camino.
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